domingo, marzo 25, 2012

Envite y azar

Hoy, como cada domingo, con la regularidad que solo se tiene en eso que nos es grato, fui a desayunar con un grupo de amigos a quienes nos une un indiscutido amor por esta tierra. Debo decir que es un grupo de personas por quienes siento el mayor respeto intelectual y profesional, no sea cosa que se tome lo que ahora voy a decir como una descalificación a este grupo. En lo absoluto.

La potencia de la idea de la renta es algo inconmesurable en el pensamiento del venezolano, del mas humilde al mas encumbrado, doctos o iletrados, nos une el temor a pensar "como nos las arreglariamos sin el petroleo?"

Pero sigamos con lo del desayuno, usualmente me incorporo tarde a la reunión, acostumbro llegar a media manana cuando ellos comienzan "a golpe de ocho", hoy al sentarme me hicieron una pregunta nada inocente: Cuanto es el ingreso de Venezuela? Una vez aclarado que no se trataba del PIB ni de las exportaciones sino, como no podía sino serlo, me preguntaban por el ingreso petrolero, después de unas cuentas al voleo llegamos a que la respuesta ronda los noventa mil millones de dolares anuales, cargueros a Cuba mas, cargueros a Cuba menos. En ese momento no se me ocurrió nada mejor que decir "eso aunque parezca mucho dinero, no es tanto. Somos unos treinta millones de habitantes, así que serán unos tres mil dolares anuales para cada uno, ocho dolares diarios por habitante. Una arepa o un bistec. Lo único razonable que se puede hacer con eso es entregárselo directamente a los venezolanos" Las carcajadas - que incluyeron a una vecina de mesa que casi derrama su café - fueron de antologia, como se me ocurría eso? de que viviríamos? No me quedo otra opción que el silencio y farfullar algo así como "de lo mismo que viven quienes no tienen petroleo" Peor el remedio... Pasado el día pienso, nos cuesta tanto creer que no podemos con el fruto de nuestro trabajo sustituir los miseros ocho dolares diarios que nos viene del petroleo? Tan mal estamos? Me quede pensando en Juana, una senora muy querida de la casa de los abuelos en Yaracuy, quien confiaba que su hijo Asdrubal la sacaría de abajo jugando a los dados en la gasolinera del Hotel Nirgua. País de envite y azar.